Era 1949 y, al norte de Londres, nacía Lesley Hornby. Nadie imaginaría que alguien como ella se convirtiera en un ícono de la moda, el cine y la música. Parecía imposible que una chica londinense de 1.69 de estatura y con 40 kg de peso se convirtiera en el rostro de los años 60. El apodo twiggy, que se convertiría en su nombre, significa ramita.
En aquel entonces, la industria de la moda presentaba cuerpos voluptuosos como Marilyn Monroe o Sophia Loren. Lesley era menuda, elegante, pequeña, un tanto andrógina y con un estilo mod, el cual regía con fuerza en Inglaterra y el mundo. Este movimiento de origen obrero buscaba distanciarse de la masa a través del gusto distinguido y moderno en música y moda.
Mientras trabajaba en un salón de belleza, bastó con que modificara su corte de cabello -a lo garçon– y fuera descubierta por un periodista del Daily Express, quien quiso hacer un reportaje sobre ella. A partir de ello se convertiría en la primera súper modelo del mundo.
Todo cambia. Los rígidos cánones de la moda le abrieron paso y el 1967, apareció cuatro veces en la portada de Vogue USA. Siempre sería recordada por su estilo, su cabello y sus icónicas pestañas, que resultaron muy adecuados a las nuevas propuestas de las marcas de alta costura.
En realidad, no hubo portada que se le resistiera: Elle, Harper’s Bazaar, Life. No obstante, ella se cansaría rápidamente del mundo de la moda para, en 1969, debutar en el cine. Única y talentosa, consiguió dos globos de oro por su papel en The Boyfriend, su primera aparición en pantalla.
Twiggy fue un ícono que, aunque fugaz, quedó totalmente arraigado en nuestra memoria. Fue tanto su éxito que Andy Warhol decidió volverla una de sus musas e inmortalizarla, fortaleciendo aún más su vínculo con la cultura pop.
Actualmente crea colaboraciones de moda con marcas como Mark & Spencer y ha participado en diversos proyectos, entre los que se incluyen la publicación de un libro. El día de hoy festeja su septuagésimo aniversario.
¡Feliz cumpleaños, Twiggy!